“Punto com, Latinhotboy, (…) y enter, ahora será esperar veinte minutos…”, parte de la rutina diaria que toma dos minutos, después a prepararse. Pasado este tiempo, todo se transforma dentro de esa habitación que juega el rol de oficina, de un simple joven de 22 años que perfectamente podría ser mi primo, mi hermano, mi mejor amigo, sobrino o por qué no, vuestro hijo, se convierte en un inter, amo y señor del SMD. Forrado en cuero, con un chaleco y un pantalón, “parece Apolo, aquel dios griego de rasgos hermosos, cabello rubio y ojos penetrantes pero inocentes al mismo”, desde la descripción de un posible cliente que minutos más tarde, entra a un chat privado con él para realizar todo tipo de jueguitos virtuales y yo debo salir de la habitación.
Su vida vainilla, o lo que comúnmente conocen sus amigos y familiares, se pierde en el uniforme que más de un visitante de la página pide quitar con international love o S&M de Rihana de manera ruda, bastante masculina y con mucho dolor, sin embargo, “eso son cosas normales, hay tipos que entran y piden cosas que uno nunca se hubiera imaginado, pelucas o cuchillos para cortarse o drogas”, me dice, cosas que me generan un poco de cosquillas y curiosidad al ver nuevas maneras de sentir algún placer sexual.
Tres horas después de nuestra llegada al trabajo, y sólo haber logrado dos sesiones de látigos durante media hora con un belga sumiso, sale, saluda a los compañeros de trabajo que están vestidos como caperucita roja, con sombreros vaqueros y botas o muchachos transvestidos y sentados en la sala desahogando sus debilidades por el jefe o preguntándose por qué razón no logran pasar de los treinta dólares quincenales, para así llegar a mi lado y comentarme que le estaba yendo bien, como todos los días, no obstante, a pesar de esto, ya estaba cansado, “lo más duro de este trabajo es mantener la erección por más de tres horas seguidas, es que por más ganas que tenga uno, no se puede pasar o bueno, yo lo más que he durado ¡y con mucho esfuerzo! ha sido una hora y media así y es que si uno no está así, los clientes no los buscan a uno, por el dinero, muchos tienen poco y quieren que uno ya esté listo”.
A medida que pasaba el tiempo con él, reconocí que este trabajo, dar placer virtualmente, no generaba ningún goce, sólo aberraciones de todo tipo, tantas o más como los pensamientos moralistas; “el trabajo a veces comienza a afectar nuestras vidas, sentimos dolores fuertes y no precisamente por los latigazos o las cadenas, todo se simplifica a tanto tocarse la entrepierna o las mujeres los senos, lograr que ellos se sientan saciados por unos cuantos dólares no es fácil, también, las expresiones que muchos usan para insultar y producir excitación en el otro ya no tienen el mismo sentido para nosotros, ya son oraciones sin valor, pero ante todo, sentir placer en las relaciones sexuales, ya no valen nada, no existe”… al oír estas palabras, solo pude pensar en la pareja de este hombre como un simple compromiso, una persona a la cual le debe cumplir.
Cerca de la culminación de la primera jornada de trabajo, siete sesiones de PVT, algunas salidas para tomar aire o un cigarrillo, el uso de jeringas para fingir eyaculación y varios gritos que muchos pensarían son de placer pero realmente son falsos, el Señor sale del cuarto vestido como un posible comunicador social, listo para recoger el dinero que un prospecto le ha mandado desde Puebla, México ( haber realizado un show escatofílico), me presenta una cara de aburrimiento por estar lejos de poder conseguir la meta planteada, cuatrocientos mil pesos en la quincena; se aleja hacia la puerta y me dice “no todo lo que brilla es oro”.